domingo, 30 de noviembre de 2014

Desde la soledad de un barril.

Pocas cosas logran mover tanto el corazón como la muerte de un ser querido, pero la pérdida de un compañero de vida es algo que lastima de una forma que no se pude expresar, veo mil mensajes, homenajes y recuerdos de alguien que no fue solo una persona digna de mi admiración, fue mucho más; es difícil describir como alguien logro reunir tantos amigos en una sola persona, convirtiéndose en cómplice, modelo inspirador y hasta reflejo; tal vez por ser alguien que me mostraba entre líneas todo lo que guardamos como personas, viendo lo bueno y lo malo; dejándome ver que en el mundo no somos buenos ni malos solo somos inquilinos de una vecindad tratando de vivir cada día.

Todos tenemos personas que nos acompañan en etapas de la vida, pero en mi caso hay alguien que me ha acompaño desde mi infancia y hasta el día de hoy, aún recuerdo la primera vez que lo vi, él era un niño de bajos recursos, andrajoso que luchaba por sobrevivir en un mundo de adultos, fue ese pequeño amigo quien me enseño que todos tenemos nuestro propio barril para escondernos de la crueldad del mundo, para soñar y hasta para conocernos mejor; tal vez eso fue lo que me identifico, éramos dos pequeños tratando de entender lo que querían de nosotros en un lugar extraño y agresivo.

Como todos los niños de mi generación crecí viendo a Superman, el hombre venido de las estrellas, un héroe gringo de ojos claros, con fuerza sobre humana y visión calorífica, pero era increíble que en lugar de una capa roja yo quisiera un chipote chillón, este si era una herramienta justiciera efectiva o unas antenitas de vinil para sentir la presencia del enemigo, pero lo que más me gustaba era el saber que podía ser un héroe sin súper poderes, no necesitaba ser hijo de un extraterrestre para ayudar a los demás; fue entonces cuando comprendí que tendría que usar las pastillas de Chiquitolina para ver el mundo desde abajo, desde donde lo ve el pequeño y desde allí entender la nobleza de lo pequeño, su valor y recordar que todo lo que nos rodea es más grande de lo que vemos desde la altura de nuestro ego.

Ahora que he recorrido un tramo del camino y que las personas me han enseñado que el mundo puede  ser un paraíso pero también un infierno, me enseñaste a resistir las bofetadas con peineta que los problemas me pueden dar, y a poner siempre la mejilla cuando cometo las equivocaciones normales del que improvisa su vida; me enseñaste a ser un ladrón de momentos, ese caquito que pretende robarle a la vida momentos de alegría y a quienes me rodean una sonrisa.

Es difícil entender lo que quieren de nosotros todo el tiempo, en esta sociedad pasamos mucho tiempo queriendo complacer a otros y es en esas ocasiones cuando necesitamos un toque de locura que nos saque de tanta presión, aunque nos digan que si tenemos una chiripiorca, aprendí que de todas formas seguirán diciendo que tu y yo estamos locos.

Hoy que te fuiste, y aun así no me abandonas porque guardo todos esos momentos llenos de felicidad, risas sin  control, ternura y algunas veces hasta de llanto, siempre haré lo que me enseñaste… guardar todo lo malo en una bolsa de papel, apartar de la humanidad lo malo que yo pueda darles y dedicarme a servirles de alguna forma, llegar a tener el cabello plateado y ser  un viejito terco y obstinado aunque de solo pensarlo me de coshaaa.

Gracias chespirito y hasta siempre...  Como dije alguna vez, un día dejaste el barril vacío pero llenaste mi corazón.

jueves, 10 de julio de 2014

Gano Colombia cuando perdió la selección.

No sé de futbol, solo soy un hincha más de aquellos que vieron el partido de Colombia – Brasil del mundial 2014; pero vengo de una generación acostumbrada a ver perder a la selección, no lo tome nadie a mal, pero cuando veíamos un partido de Colombia siempre teníamos que aguantar el fastidioso comentario (pá saber que van a perder) -  nuestra sociedad vivía un ambiente pesimista, vimos cómo se levantó la generación del pibe, un equipo fuerte que era capaz de enfrentar a cualquier selección pero incapaz de cambiar el pensamiento de una sociedad abatida por el dolor y la decepción.

Recuerdo que el triunfo de Colombia contra Argentina en el mítico 5 a 0, fue el comienzo de una nueva mentalidad, comenzamos a creer que todo podía ser diferente y hasta el mismo Pele nos llenaba de hidrógeno los sueños y volamos sin encontrar techo, tanto así que ya nos creíamos campeones mundiales y todo el mundo nos parecía pequeño.Pero llegaron estas palabras (Perder es ganar un poco) y era verdad, perdimos y se dieron hechos penosos como la muerte de Andrés Escobar, en ese momento entramos en un remolino donde la selección nos enseñó a perder y como se aprende en la vida maduramos a golpes.

En ese momento perdimos la humanidad, nos convertimos en victimarios -  aprendimos que el fútbol podía sacar también lo peor de una persona y mostrarnos la degradación social de nuestro pueblo. Dejamos ese mal paso atrás, miramos adelante con el dolor y la ausencia de uno de nuestros ídolos convertido en monstruo y sacrificado después.

Ahora tenemos una Selección Colombia que tiene mucho más de lo que estamos acostumbrados a ver, antes sentíamos el miedo de enfrentar unas eliminatorias, ahora las esperamos con ansiedad de ver las jugadas de James, los amagues de Cuadrado y el trabajo de un grupo de amigos jugando en una cancha de fútbol (el buen fútbol llego a Colombia otra vez).

Ahora es más interesante ver como la Selección juega, no solo esperando un milagroso resultado, hemos madurado ya no estamos esperando ver un marcador ganador, ahora nos maravillamos con un equipo que muestra un bello espectáculo y pues también logrando grandes hazañas; lo mejor de todo recibimos a la selección como héroes, estimamos a este grupo de personas que nos enseñaron a tener humildad, a tener respeto por los rivales demostrando su profesionalismo.

Hoy las generaciones de niños tienen ejemplos claros, en los cuales la sociedad colombiana está enseñándoles que se debe tener amor y respeto por las personas que logran vencer el abandonó estatal, gente que solo trae buenas noticias y nos muestran como los grandes triunfos nacen primero en el corazón, nos están cambiando el ambiente pesimista o triunfalista que teníamos, donde exigíamos grandes resultados y todo estaba mal, si la selección ganaba o perdía. Pero días después de ver como por hechos muy desafortunados salía Colombia del mundial; todos sentimos que nos robaron un partido (y hablo con el corazón no con sabiduría), logramos entender que la alegría posterior a ese día era superior a la “derrota” y alegres aprendimos a celebrar también cuando perdemos.

Después cuando  Alemania goleaba a Brasil, de inmediato se llenaron las redes sociales con comentarios fuertes, humillantes y en ocasiones irrespetuosos en contra de la Selección y el pueblo Brasilero.
Todos los que sentimos el  (robo del partido a Colombia) pensamos que se había hecho justicia y aunque algunos comentarios y representaciones graficas de este hecho fueron creativos, originales y graciosos otros me hacen ahora pensar que ganamos más cuando perdimos contra Brasil pues:
-          Perdiendo sentimos a este nuevo equipo como un grupo de guerreros que se merecen todo el apoyo y el reconocimiento por su trabajo.

-          Aprendimos que los Colombianos bien dirigidos somos una fuerza arrolladora, no solo Pekerman, también los equipos europeos que han formado los mejores jugadores que tiene la Selección en este momento, demuestran que nos falta dirección y liderazgo para lograr vencer cualquier reto.

-          Logramos unirnos como país, enfocándonos en un solo objetivo y las redes sociales se convirtieron en una herramienta efectiva para sentir, dirigir y mostrar el ambiente y pensamiento de Colombia.
-          Tenemos un grupo de personas que dan ejemplo a una nueva generación de colombianos, un grupo que no tiene la sombra del narcotráfico ni dan la mala cara del país en el exterior, son ejemplo de disciplina y orden.

Ahora que eso es lo bueno pero si ponemos un escenario diferente, en el cual Colombia vence a Brasil, me quedan dudas de lo que puede pasar no solo en nuestro país, ver como después de la derrota con Alemania, Brasil dejo de ser el país más feliz del mundo, unos pocos lograron aguar la fiesta del mundial - actos vandálicos y quema de banderas me hacen reflexionar y ver que latinoamerica lastimosamente está mostrando una realidad social preocupante.

Nos falta educación, cultura; sobre todo nos falta entender que un partido de fútbol debe unirnos como seres humanos, no convertirnos en maquinas vengadoras, tenemos que comprender que la pasión y la emoción se dejan en las canchas, en ningún caso de los estadios deben salir rencores ni supuestos justicieros (Lo que no se logra en la cancha nunca se logrará fuera de ella) en mi opinión el fútbol no es excusa para dañar a nadie en ninguna forma.

Ver los hechos de vandalismo en Brasil, ver como en Bogotá se imponen medidas restrictivas a la celebración…  demuestra que debemos avanzar aprender a celebrar cuando se gana, aprender a celebrar también cuando se pierde, volver a abrazar al contrario, ser más que un color o una camiseta, respetar al rival hasta el final y comprender que al final del partido todo quedo en la cancha; fuera de ella el papel del hincha es hacer crecer al fútbol, aprendimos a procesar una derrota como un triunfo y en el mejor de mis deseos espero que el día que llegue el triunfo (lo cual está muy cerca) - nos acostumbremos a celebrar los triunfos sin olvidar celebrar las también derrotas.


Por eso creo que nos falta todavía crecer para poder ganar y hoy perdiendo ganamos más.  

viernes, 28 de marzo de 2014

Volumen 1

Despiertas cada mañana, día a día más temprano; pues el tráfico de la ciudad es peor y necesitas llegar a tiempo.  Buscas una taza de café para llenarte de ánimo, la tomas entre dormido aún y corres, en tu cabeza gira pendiente el pago de los servicios públicos, el cambio de aceite… “juemadre” la administración del edificio. Entras en el tráfico, escuchas las noticias pero al final ni prestas atención porque recuerdas el cumpleaños del idiota de recursos humanos (toca regalarle algo- piensas)…  además tiemblas solo de imaginarte soportando una hora comiendo ponqué, escuchando estupideces y perdiendo el tiempo que necesitas para terminar ese informe.

Llegas a la oficina y te pegas a la pantalla del computador mientras respiras la mezcla de perfume, crema de manos, lociones y ese hedor a limpiador de pisos. Revisas mil correos, cada vez más trabajo a medias… correcciones… trabajo de otros por corregir… 

Hoy no hay almuerzo. Pasas de largo hasta el momento de la celebración del idiota de recursos humanos. Al final… no vas porque tienes mucho trabajo, tu novia llama, tienes que cortar rápido la llamada, estás muy ocupado para descifrar qué quiere. Tomas tu quinto café del día, “mierda” recuerdas- hoy cumples meses con tu novia, lo habías olvidado y lo peor es tomar la decisión entre hacerte el pendejo, que piense que se te olvido la fecha, aguantar la cantaleta o decirle que tienes preparada una celebración para fin de semana convenciéndola que eres el más tierno; hoy sales tarde de la oficina y trabajas en la noche para completar ese “trabajo tan urgente” (palabras de tu jefe).

Entras al apartamento, asaltas la nevera… no hubo tiempo para hacer mercado, tomas dos rebanadas de pan, mayonesa y dos tajadas de jamón bajo en colesterol porque debes cuidar tu nutrición, un vaso con gaseosa ya sin gas. Mientras dejas listo el portátil para continuar con el maldito  informe llamas a tu novia; pero ya está dormida. miéeeercoles… media noche y no has hecho nada, corres, buscas datos, pasas escribiendo hasta las 3 de la madrugada cuando ya el cansancio te vence, apagas el computador en ese acto de rebeldía tardía pero igual (vas a trabajar el fin de semana).

Llegas a tu cama, no tienes fuerza para ponerte la ropa de dormir, miras tus pies mientras desamarras los zapatos y en ese momento piensas en lo buen profesional que eres, de seguro pronto alcanzarás el éxito en tu vida porque este es el camino.

Pasa todo el año pasan todos los años y cada vez te superas más…

En este escrito no se incluyen relaciones personales como amistades, relaciones familiares o amorosas, ni hay momentos felices, risas o llantos, no vez un pasado ni un fin, no hay sabores o colores, no parece una vida, solo es una historia incompleta y no es la tuya… 

¿cierto?